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Para los amantes de lo perdido

17/11/2008 - bloc

Una cosa que me llamó la atención de la historia del local La Campana de los Perdidos de Zaragoza es lo siguiente: Esto convierte a La Campana de los Perdidos en un centro de reunión de escritores, bohemios y otras hierbas, amantes de la noche y, como no, de “lo perdido”. Y eso me dio que pensar, pues los cuentos se me antojan como pertenecientes a esa categoría de “lo perdido”. Los hemos dejado tanto de lado, considerándolos injustamente algo pueril, frívolo, pasado de moda e incluso reaccionario, que obviamos todo lo que nos pueden aportar a nuestra vida actual, que no es poco. Pero lo bueno que tiene lo perdido, es que puede volverse a encontrar, y cuando esto sucede, siempre lo ves con otros ojos. Y menuda alegría da encontrar algo con lo que ya no contabas…
La sesión de La Campana de los Perdidos tuvo una magia especial, pues en ella pude reunir buenos amigos y familia muy querida que no veo a menudo, por eso de la distancia y el olvido. Tenerlos a todos allí fue un regalo. Y hubieron más regalos, porque después de desgranar los cuentos del cadáver prodigioso, cuentos tradicionales puros y duros, y ver que la gente los absorvía sin pestañear, atrapados por el viaje de Decho Sangbo, el protagonista de las historias, al bajar del escenario tardé un buen rato en reunirme con mi gente porque me salieron al encuentro oyentes con ganas de decirme lo que habían sentido, saber más de los cuentos, o incluso hacerme saber que, de algún modo, los cuentos les estaban conectando de nuevo con sus raíces, con su familia. Una chica me contó que está grabando a su madre los cuentos aragoneses que recuerda, para que sus futuros nietos tengan también ese recuerdo vivo. Así que no todo está perdido.

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