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De cuentos y cantos en Escocia

12/05/2017 - blog

He aquí la primera crónica de lo que ha sido una fantástica inmersión lingüística y cultural en las lowlands de Escocia. ¡Gracias a Pete Heywood por sus fantásticas fotos en blanco y negro!

viernes, 27 de abril
Vuelo de Barcelona a Heathrow y de allí a Glasgow, aterrizando en las tierras bajas escocesas. Allí me espera Colin McAllister, narrador y cantante irlandés de origen y escocés de adopción, con quien trabé amistad en nuestro encuentro en el festival Baltica 2015 de Letonia y desde entonces no hemos dejado de intercambiar impresiones sobre cuentos, música y tradición oral. Nos dirigimos a Douglas, donde residen Colin y Marion, su mujer. A lo largo del camino nos ponemos al día de lo sucedido desde la última vez que nos vimos en Barcelona, y mientras la ciudad va dando paso un paisaje extraordinariamente verde, nos envuelve la música de kannele, el instrumento estonio hermano del kokle letón; su sonido mágico y delicado congenia especialmente bien con el paisaje, y hablamos sobre uno de los temas que nos fascina: el mestizaje de culturas y las conexiones existentes entre las personas de lugares lejanos.

Mientras Colin hace un alto en el camino, examino el estuche del CD que estamos escuchando: Trio Soon/Piho/Lepasson – Tempo di Vals. Y en la contraportada, estas tres virtuosas del kannele afirman: “Tocamos el kannel, un instrumento que ha sido tocado por muchas generaciones antes que nosotras. Nuestra música se inspira en melodías tradicionales estonias. Brota de grabaciones de archivo, y también de pequeños motivos que fluyeron de nuestros dedos y pequeñas ideas que les dieron alas. Este es nuestro primer CD. Un testimonio de lo que ha sido nuestro viaje hasta ahora.”  Me gusta esta imagen de los motivos fluyendo de sus dedos, pues es algo que estoy disfrutando mucho en mis torpes primeros pasos con el kokle. Y también me gusta pensar en el arte como un viaje, y en como todo lo que vamos encontrando pasa a formar parte de nosotros y de lo que hacemos.

P1050900De vez en cuando Colin me señala elementos del paisaje y su historia, a la vez que van surgiendo temas sobre el folklore, y sus palabras me recuerdan algo que acabo de leer en el avión en un artículo de Josep Mª Pujol en inglés (Three Selected Papers on Catalan Folklore): que el folklore no es tanto el texto como el contexto, es decir, lo que sucede cuando la gente se junta. Así que me propongo estar pendiente de lo que suceda a mi alrededor a partir de ahora.

Y por lo que parece, aquí saben lo que es unirse para hacer cosas: mañana participaré en el Girvan Traditional Folk Festival, que este año celebra sus 43 años de vida, y uno de los pocos festivales de música tradicional en los que la narración oral forma parte de su programación regular. Van a ser tres días intensos. El viernes, conciertos, el sábado, talleres, y el domingo, cuentos.  Colin no ha faltado más que una sola vez a esta cita anual, y suele ser un punto de encuentro para mucha gente que ama la tradición oral.

Estamos en Lanarkshire, uno de los condados históricos de las tierras bajas escocesas: es una tierra de suaves colinas. Alguna colina sobresale más que otra por su altura, o por su historia, como la de Tintock o Tinto, en la que dicen que el famoso héroe escocés Sir William Wallace dejó la huella de su dedo pulgar marcada en la roca. Y al comentarle a Colin que recién estoy incorporando trabalenguas y adivinanzas en catalán al finalizar mis sesiones de cuentos, me reta a un trabalenguas bien conocido por los niños escoceses:

On Tintock-tap there is a mist,
And in that mist there is a kist [chest]
And in the kist there is a caup [cup]
And in the caup there is a drap [drop]
Tak up the caup, drink aff the drap,
And set the caup on Tintock-tap.

P1050907Y así, entrenando mi pobre scots, llegamos a Douglas, un pueblo misterioso, con una pequeña iglesia (más tarde descubriré que no es una iglesia, sino la capilla de Santa Brígida, pero fue iglesia, y grande además) y un cementerio que desprenden una magia especial. “Por supuesto, tiene una historia, pero ya te la contaré cuando volvamos del festival”, me dice Colin, que sabe guardar los secretos para el momento más propicio.

Marion nos espera en casa, una cottage house muy acogedora, llena de libros, teteras, cuadros y mil y un recuerdos… Será porque acabo de ver las películas de El Hobbit estos días, o por la placidez dorada que entra por las cortinas de la ventana, casi a ras del suelo, el caso es que me recuerda vagamente a la casa de Bilbo Bolsón. Y después de cenar al amor de la lumbre, y de algunas historias, por supuesto, pues cada objeto es como un hilo que conduce a un relato, nos vamos a dormir, ya que mañana partimos hacia Girvan después del desayuno.

sábado, 28 de abril
Por la mañana, después del segundo desayuno (el primero, el típico desayuno escocés contundente, con huevos y bacon; el segundo, un té con snowballs, unos pasteles típicos de la región P1050797bautizados como “bolas de nieve”) atravesamos el valle de Douglas y nos dirigimos a la costa. Laderas de un verde profundo salpicadas de ovejas con sus corderitos (es época de cría) es el paisaje dominante.P1050800

De vez en cuando destacan siluetas de árboles recortadas en el horizonte: a muchos aún no les han brotado las hojas; parece que la primavera se hace esperar un poco más que en Barcelona.

La carretera atraviesa P1050616pequeños pueblos, las ruinas de un viejo castillo o de una abadía nos recuerda épocas lejanas, o no tan lejanas: un castillete minero se destaca a lo lejos, y es que esta zona fue conocida antaño por sus minas y sus altos hornos.

Cruzamos el río Doon y pasamos cerca de Alloway, pueblo natal de Robert Burns, y aunque hoy brilla el sol y el cielo está despejado, no me resulta difícil imaginar a Tam O’Shanter al galope, perseguido por las brujas, en este mismo paisaje de noche y envuelto en la niebla.

P1050623Y de repente, entre plantaciones de patatas y campos llenos de terneras, divisamos la costa, y justo allí, como la cabeza de un gigante asomando en el agua, Aisla Craig, que ya no dejará de vigilarnos hasta llegar a Girvan. El pueblo está bastante tranquilo en esta época del año: en verano suele estar más animado, pues es uno de los lugares donde la gente de Glasgow suele venir a pasear por la playa y tomar un helado. También está cerca del lugar donde llegan los ferris de Irlanda: “Si tiras una piedra desde aquí, puedes tocar Irlanda”, comenta Colin. Esta muy cerca de su amada tierra: County Antrim.

P1050683_2Nos dirigimos al Westcliffe Hotel, un coquetón edificio en primera línea de mar que constituye el cuartel general del festival, y a pesar de estar solo a dos pasos de nuestro alojamiento, tardamos un buen rato en llegar, pues a cada paso Colin y Marion encuentran a algún conocido, y toca saludar y ponerse al día. Me fascinan los diferentes acentos y melodías dependiendo de la región de Escocia o Irlanda de las personas que nos saludan, y a veces me resulta difícil entenderles, pero ponen mucho afán en hablar despacio cuando se dirigen a mí, lo cual es muy de agradecer. Después de saludar a Maggie Macrae, la directora del festival, y a todo el equipo, recibir el programa para todo el fin de semana y una serie de detalles prácticos, ya se nos han hecho las cinco y media, así que vamos a tomar el té en el Bed & Breakfast de Sharon y Steven.

P1050627Colin y Marion llevan alojándose aquí desde hace 20 años, de modo que ya son como de la familia. Steven es pescador, y tanto él como Sharon son cocineros, así que nos sirven unos espléndidos fish and chips, cheesecake, y por supuesto, una taza de té. Y es que el té es el nombre que aquí recibe la cena, y aprendo la diferencia entre “Come and have a cup of tea” y “Come and have your tea”…

?Después nos retiramos a descansar un rato hasta las 19:30, que es la hora del concierto de inauguración: es todo un honor que me hayan pedido que participe, pero también estoy algo angustiada. No soy cantante, sino narradora, y lo saben, pero como suelo incorporar canciones en mis cuentos, y les hacía ilusión escuchar alguna canción en catalán, al final accedí, y he traído una mezcla de las dos cosas: contaré y cantaré la historia de algunas canciones que conozco de siempre. Sin embargo, no las tengo todas conmigo. ¿Entenderán mi inglés? ¿Les entenderé yo si me dicen algo? Es la primera vez que cuento en inglés ante un público que tiene inglés como lengua materna…

Girvan_2017-206Volvemos al Westcliffe Hotel: la planta baja del hotel se divide en un bar y varias salas adyacentes enmoquetadas y repletas de mesitas, sofás y sillas, al estilo de los pubs tradicionales. La sala principal la han llenado de hileras de sillas para el concierto, que empieza puntualmente:  Colin presenta a Sylvia Barnes y Sandy Stanage, uno de los dúos más conocidos de música folk en Escocia. Sylvia es muy expresiva cantando, y veo que mucha gente conoce las canciones y las corea con ella, muchas de ellas baladas con un final trágico, pues por lo que me dicen, hay pocas baladas escocesas con final feliz. Cada canción cuenta un cuento, y veo que ahí el límite entre el cuento y la canción es muy difuso.

Girvan_2017-201Cuando llega mi turno, ya estoy más relajada. He caído en la cuenta de que no estoy ante un público monolingüe: aquí se habla scots, y gaélico, además de inglés. No estoy en tierra extraña en términos lingüísticos. Y al ver la buena disposición que tienen para corear canciones, empiezo con una corranda (canción improvisada de mi región), y les invito a corear un estribillo sin letra, que es el que solía cantar mi abuelo. Y se entregan sin dudar. Veo que la cosa funciona, así que les voy situando en diferentes contextos: les hablo de los “aplecs” (encuentros donde la gente se reunía para bailar con motivo de alguna festividad) con La flor de Vilabertran, y ahí se atreven con el estribillo en catalán y todo; luego les cuento la truculenta historia del Hostal de la Peira y de la relación que tiene esta canción con mi abuela, y me ayudan con el “olà” en la parte cantada. La verdad es que me lo paso tan bien que cuando me doy cuenta ya ha llegado la media parte, así que acabo con El mariner, una de las canciones populares más conocidas en Cataluña, que según Joan Amades, se cantaba para remendar redes de pescar. Precisamente llevo puesto un collar que he tejido como una red de pescar, fruto del curso Anem a fer xarxa! de ANIN, y se lo enseño, comentando que muchas canciones e historias han desaparecido precisamente porque ya no hacemos tantas cosas en comunidad, por lo menos de donde vengo yo, porque aquí, en Girvan, parece que la canción tradicional sigue muy viva.

Girvan_2017_SteveTurnerEl concierto sigue con Steve Turner y su concertina, quien sigue el tema marinero con una canción de balleneros. Ahora más relajada y con la adrenalina a tope, disfruto plenamente del concierto. Me llama la atención lo que parece una especie de pacto entre el público y el artista: me parece que poseen un talento especial para interactuar con comentarios o juegos de palabras que el artista arroja y alguien del público recoge, respondiéndolos o ampliándolos, sin pretender con ello robar protagonismo al artista. Son intervenciones breves y concisas, como una especie de código para hacerle saber que estamos ahí, y que todos vamos en el mismo barco. Lástima que muchos de los comentarios son demasiado rápidos para mí, pero estoy contenta de poder captar algunos. Será que me estoy acostumbrando a la variedad de acentos, la experiencia está resultando una inmersión lingüística total.

Después del concierto vamos a beber algo y en la barra, la gente se acerca para hablar conmigo y agradecerme las canciones. Aprovecho para investigar sobre la canción El mariner, pues en el cancionero de Amades dice literalmente: “Per les costes d’Escòcia la canten àdhuc amb la mateixa tonada típica de casa nostra“. Aquí hay gente de todas partes de Escocia, y nadie parece conocer ni el texto ni la melodía, pero no les ha extrañado en absoluto que el rey de Inglaterra fuera a secuestrar doncellas por las costas catalanas.

P1050632_2Después toca ir al Catholic Hall, una sala a dos pasos de allí (en Girvan todo está a dos pasos), donde se celebra un Late Singaround o “ronda de canciones tardía”, lo que en scots se define como “a sang frae a’body and turns frae“. Es una tradición de esta región que consiste en reunirse en círculo y cantar por turnos, y todo aquel que quiera puede cantar. Sin embargo, esta vez han distribuido mesas y sillas por toda la sala, pues parece que la sesión será bastante relajada, ya que hay otros conciertos simultáneos en los diferentes pubs del lugar: la cifra de músicos por metro cuadrado en el pueblo en estos momentos debe ser bastante elevada.

Colin y Marion, que saben que no soy de beber whisky, pero que me gustan las bebidas dulces, me invitan a algo especial: un whisky de Canadá con sirope de arce que Colin recibió por su cumpleaños, así que nos sentamos, brindamos, y tengo que reconocer que está bueno. Muy bueno, de hecho. Suerte que Canadá está lejos, o caería en la tentación más de una vez.

Empieza el singaround, primero con algunas canciones instrumentales, marchas y danzas, y luego la gente de las mesas se va animando a cantar. El modo tradicional suele ser a capella, pero en algunos casos concretos se acuerda un acompañamiento instrumental. A medida que escucho a la gente, me doy cuenta que estoy rodeada de grandes voces. Si hubiera sabido que había gente tan profesional, me habría dado apuro cantar cuando es mi turno, pero veo que aquí lo importante no es ser cantante o no, sino el hecho de cantar juntos. Lamentos de mujeres por los hombres que son enviados a la guerra, baladas de amor y de guerra, de añoranza de los emigrantes, de personajes históricos; canciones de disputas entre marido y mujer, o en homenaje a los travelers o tinkers y su vida nómada… Son melodías tradicionales de Escocia o Irlanda, o bien que han ido y han vuelto de América. Algunas muy antiguas, otras no tanto, pero ya conocidas y coreadas por todos, por lo que ya forman parte del repertorio popular. Mucha gente aprende canciones nuevas en estos círculos compartidos. Te enamoras de una canción, te la aprendes y la incorporas en tu repertorio, añadiéndole a veces una variante, o adaptándola a tu lengua o dialecto, o incluso a tu contexto: me encanta esta manera de compartir tanto cuentos como canciones, me parece una forma muy sana de mantener vivo y en circulación el patrimonio oral.

Entre otros cantantes de quienes lamentablemente no tengo el nombre (estos son los que aparecen en el programa), tuve la fortuna de escuchar a Kathy Hobkirk, Francy Devine, Chris Miles & Gary Matthews, Rosie Lindsay y Adam McCulloch.

El singaround llega a su fin. Es tarde, pero muchos se dirigen a los pubs para prolongar la sesión hasta altas horas. Sin embargo, tengo un taller por la mañana, así que a una hora bastante respetable vuelvo a casa (pues me siento como en casa) con Colin y Marion, con un estribillo aún pegado en los labios: dolly dilly dum dilly dum dum day

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